Aquella noche presentí que algo raro iba a sucederme, que lo desconocido iba a enseñarme su rostro, estábamos tratando de invocar con esa tabla de ouija antigua a aquellos espíritus que vendrían del mas allá a contarnos sus respectivas historias y yo al menos tenía los pelos de punta con solo pensar en aquella aventura… Segundos antes de comenzar la sesión espiritista quise irme pero Marisol me agarró firmemente del brazo, me miró a los ojos y me dijo: Sybilla no hay vuelta atrás.
Nos sentamos en el piso de la azotea de la casa de Marisol, habían cosas viejas y polvorientas regadas ahí, la oscuridad inundaba cada rincón y el miedo ya se hacía sentir, los escalofríos recorrían nuestra espalda y al menos yo, lo atribuía al frío y claro que nadie me creyó ya que estábamos en pleno verano pero sabía que no era la única en esa situación. Tratamos de limpiar el lugar donde nos íbamos a sentar y entre murmullos Tatiana expresaba su miedo a ser poseída por un ente maligno y nos dijo que si esto sucedía teníamos permiso absoluto de decirle a sus padres que la exorcicen ya que ella no estaba dispuesta a compartir su cuerpo con algún alma que aprovechándose de su debilidad de carácter secuestre su cuerpo, ese comentario me pareció una exageración pero dije que hicieran lo mismo conmigo, ya que uno nunca sabe lo que puede suceder cuando se juega con lo oculto y nosotras unas adolescentes de 17 años definitivamente no sabíamos a lo que nos estábamos enfrentando y como lo íbamos a saber si era la primera vez que hacíamos algo así.
La encargada de traer todos lo necesario léase la tabla de la ouija y el puntero en el cual pondríamos nuestra mano derecha para que el espíritu llamado guie nuestras manos a las letras y números en la tabla era la dueña de casa, también nos proporcionó rosarios, una botella de agua bendita y crucifijos para protegernos todas contra algún espíritu que nos quisiera hacer daño o en el peor de los casos poseernos. Yo me puse un crucifijo de plata que me llamó la atención y rogué con todas mis fuerzas que nada me pasara y le pedí a Dios que me protegiera y que si un alma respondía a nuestro llamado que fuese una buena.
Procedimos a sentarnos formando un círculo, todas pusimos la mano derecha en el puntero y pronunciamos la frase: Hay algún alma en este cuarto... segundos después y con una velocidad increíble el puntero se movió al SI, vi la mano de Tatiana temblar y Marisol le dijo firmemente: ni se te ocurra sacar la mano porque si no el alma se queda en mi casa, entendiste? Y Tatiana asintió. La siguiente pregunta fue cual era el nombre de aquella alma presente a lo que el puntero volvió a moverse con la misma rapidez y deletreo F-E-R-N-A-N-D-O, Marisol tratando de aplacar el miedo de Tatiana y el mío saludo a Fernando y nos presento como si en realidad Fernando estuviera sentado con nosotras, para ser honesta no sirvió de mucho pero agradecí su esfuerzo por tratar de aminorar ya no el miedo sino el pavor que sentíamos Tatiana y yo. Pregunté de donde era Fernando tratando de ver si toda esta experiencia era verdadera y me respondió que era de Managua, en lo personal yo no tenía idea de donde quedaba esa ciudad, así que le dijimos a Verónica, que no había querido ser parte de la sesión pero quería estar ahí viendo, que buscara donde quedaba Managua – yo honestamente pensé que no existía tal cuidad y que Fernando nos estaba tomando el pelo - cuando Verónica dijo con voz temerosa: “ chicas!!! Managua sí existe!!! Es la capital de Nicaragua!! Después Tati preguntó Fernando como así falleciste? Apenas terminó la pregunta nuestras manos guiaron al puntero y la respuesta fue: En un accidente automovilístico. Nos miramos unas a las otras y decidimos que Fernando ya se había quedado mucho tiempo, así que procedimos a pronunciar todas y al unísono: Adiós Fernando y que Dios te bendiga pero el puntero se comenzó a mover y dijo: No me quiero ir, me gusta aquí y me quiero quedar apenas se termino de mover el puntero el crucifijo que traía alrededor del cuello se rompió , yo no sabía qué hacer y el pavor me hacía sudar nunca fui muy católica pero en ese momento le pedí con todo mi corazón a Dios que por favor se deshiciera de aquella alma que se resistía a regresar a donde pertenecía, no estoy segura si fue la oración pero Fernando se fue.
Tati, Marisol y Verónica estaban llorando, yo las consolaba y me miraban estupefactas como si les sorprendiera que yo no esté llorando igual que ellas, ganas no me faltaban pero era suficiente que lloren ellas una tenía que permanecer fuerte, después de calmarlas nos fuimos a dormir en el cuarto de Marisol, nunca ninguna de ellas quiso tocar el tema de nuevo y eso que he tratado hasta el día de hoy pero solo obtengo una mirada, y que me digan que no se quieren acordar de eso… No sé porque se niegan a hablar de Fernando y su obstinación por quedarse en el mundo de los vivos, en lo que a mí respecta… a veces cuando estoy sola siento ruidos extraños, me pregunto si es Fernando que me viene a visitar como para que no me olvide de él.
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